Submarine


 

¿Cuántas películas sobre el primer amor hemos visto? Infinitas. Unas mejores, otras no tanto. Y sin embargo, a veces tenemos la fortuna de tropezarnos con pequeñas joyas como Submarine, y en esos momentos vemos que sí existen maneras diferentes, geniales y originales de contar la misma historia. 

Oliver Tate (Craig Roberts) es nuestro protagonista. Un adolescente inseguro, neurótico y romántico que ve su vida como una película, imagina su propia muerte y sabe cuándo sus padres han tenido sexo con sólo ver la luz del baño. En las cínicas narraciones de Oliver podemos ver sus dilemas, temores, sueños, su absoluta incapacidad y torpeza para lidiar con los problemas cotidianos y total enamoramiento de Jordana (Yasmin Paige), la chica hermosa e inalcanzable del sobretodo rojo que disfruta intimidando a otros compañeros de clase e incluso un poco de piromanía. El inusual romance de estos dos sirve de excusa para explorar temas que van desde la pérdida de la inocencia, la muerte, las dinámicas familiares, el sexo y la traición, siempre desde la óptica exagerada, pesimista y melodramática del joven Oliver.

El actor y ahora director Richard Ayoade (The It Crowd) le da a Submarine una personalidad tan refrescante y a la vez tan cinematográfica que es inevitable no enamorarse de su estilo apasionado, decorado con deliciosas referencias a otras historias. Una combinación arrebatadora de imaginación, color, música y fotografía. 

Melancólica, hilarante a ratos, Submarine no es una comedia romántica típica. La cinta destila un aura de soledad y tristeza que si bien la hace parecer un poco distante, esconde en el fondo una tremenda dulzura que nos permite disfrutar de sus personajes peculiares y sus vidas. Es una conmovedora apología de las relaciones humanas y de nuestra constante búsqueda de la felicidad, capaz de encontrar con humor y algo de mordacidad, un poquito de sorpresa en las cosas más comunes y cotidianas.

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