Publicada en el 2000.
Una fábula sobre la familia y la amistad
Divertida, simpática, la película de Tigger llega a nuestras pantallas recordándonos las viejas cintas animadas, con sus figuras simples a veces dibujadas a mano, un tono cándido, canciones melancólicas y una historia tierna sobre el valor de los amigos y la definición del término familia según la visión de los animalitos del bosque de los 100 acres.
En esta ocasión, nuestro héroe es el alborotado felino anaranjado Tigger, quien en víspera del invierno no desea prepararse como el resto de sus amigos, sino jugar y divertirse. El conejo le sugiere que busque a otros de su especie para que comparta sus placeres infantiles. Y es así como Tigger emprende la búsqueda de su familia.
Aun sin ser fanáticos de los cuentos de A.A. Milne, creador de Winnie the Pooh, niños y -porqué no- adultos disfrutarán enormemente de esta adorable cinta. La historia es simple y fácil de seguir, su colorido visual es atractivo y aunque no se empleó la animación despampanante de pasadas compañeras como Toy Story o Tarzán, el arte de Tigger ofrece una belleza especial, pues se mantiene fiel a los dibujos originales, creando de esta manera, una atmósfera de añoranza infantil poco común en las cintas animadas actuales.
Así en sus propios términos, esta aventura mezcla comedia, humor, emoción y sentimiento para enseñarnos que, en el caso de Tigger, familia son el burro Igor, el oso Pooh, el puerquito Piglet, el Buho, el Conejo, el canguro Roo y Christopher Robin. En otras palabras, familia no son necesriamente criaturas parecidas a ti, sino aquellas que te aman sin condición.
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