Publicada en 1999.
En una isla al Sur del Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial, un grupo de soldados está a punto de vivir una batalla que manchará de sangre ese paraíso. Soldados, flora y fauna, serán víctimas de la locura de la guerra.
Hablar de La Delgada Línea Roja, reciente historia sobre la batalla de Guadalcanal dirigida por Terrence Malick, no es hablar de la típica película de guerra. No es el acostumbrado cúmulo de escenas de batallas y actividades militares, explosiones y sonido estruendoso.
La principal guerra de estos soldados es con su conciencia. Preguntarse por qué están peleando, escuchar lo que su mente grita es la máxima explorada en esta película.
Monólogos internos sobre la naturaleza de la guerra, la evolución del mal en el ser humano, las memorias del hogar, la familia, el miedo y la culpa luego de asesinar a alguien por vez primera. Dudas y preguntas imposibles de ventilar en el mundo masculino y machista del militar toman voz para la audiencia en La Delgada Línea Roja.
La guerra se convierte en una serie de mentes y rostros atormentados encerrados en un campo de balas y armas. El efecto es conmovedor.
Una lista larga de actores alimentan el reparto de La Delgada Línea Roja. Muchas caras desfilan a lo largo de sus 180 minutos de duración. Tan buenos intérpretes como pueden ser, nunca conocemos bien a los personajes.
Una fotografía espectacular acompaña a los grandes momentos de la cinta. La Delgada Línea Roja nos empuja, con cada cuadro, a un estado anímico cuyo impacto no tiene que ver con la historia. Este filme nos permite dar una mirada a la condición humana en medio de la situación más caótica de todas con una visión original y un mensaje contra la violencia y la destrucción ambiental.
La guerra interna es la peor de todas
En una isla al Sur del Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial, un grupo de soldados está a punto de vivir una batalla que manchará de sangre ese paraíso. Soldados, flora y fauna, serán víctimas de la locura de la guerra.
Hablar de La Delgada Línea Roja, reciente historia sobre la batalla de Guadalcanal dirigida por Terrence Malick, no es hablar de la típica película de guerra. No es el acostumbrado cúmulo de escenas de batallas y actividades militares, explosiones y sonido estruendoso.
La principal guerra de estos soldados es con su conciencia. Preguntarse por qué están peleando, escuchar lo que su mente grita es la máxima explorada en esta película.
Monólogos internos sobre la naturaleza de la guerra, la evolución del mal en el ser humano, las memorias del hogar, la familia, el miedo y la culpa luego de asesinar a alguien por vez primera. Dudas y preguntas imposibles de ventilar en el mundo masculino y machista del militar toman voz para la audiencia en La Delgada Línea Roja.
La guerra se convierte en una serie de mentes y rostros atormentados encerrados en un campo de balas y armas. El efecto es conmovedor.
Una lista larga de actores alimentan el reparto de La Delgada Línea Roja. Muchas caras desfilan a lo largo de sus 180 minutos de duración. Tan buenos intérpretes como pueden ser, nunca conocemos bien a los personajes.
Una fotografía espectacular acompaña a los grandes momentos de la cinta. La Delgada Línea Roja nos empuja, con cada cuadro, a un estado anímico cuyo impacto no tiene que ver con la historia. Este filme nos permite dar una mirada a la condición humana en medio de la situación más caótica de todas con una visión original y un mensaje contra la violencia y la destrucción ambiental.
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