Bastardos sin Gloria - Inglorious Basterds



Irreverente, maravillosa, explosiva. Podría continuar enumerando calificativos pero creo que ni siquiera esos captan mi impresión de los gloriosos bastardos de Quentin Tarantino.

Este audaz realizador cinematográfico nos ofrece su más reciente largometraje, y vaya que se le volaron los tapones esta vez. No sólo nos traslada a la Segunda Guerra Mundial, nos regala una cinta con un diseño de producción soberbio, fotografía exquisita, maravillosas actuaciones y música como solo él podría escoger, sino que se atreve a ir más allá y reescribir la historia.

La trama va más o menos así (y no quiero contar mucho porque ustedes tienen que ver esta joya con sus propios ojos): Durante la ocupación alemana en Francia, Shoshanna es testigo de la masacre de su familia en las manos del Coronel Hans Landa (Christoph Waltz), de quien escapa por un tris. Mientras tanto, el Teniente Aldo Raine (Brad Pitt) organiza un grupo de soldados americanos denominados los "Bastardos" que aniquila Nazis a diestra y siniestra. Su próxima misión incluirá a los mismísimos líderes del tercer Reich, para lo cual contarán con la ayuda de la actriz alemana Bridget von Hammersmark (Diane Kruger).

Tarantino taclea todos los géneros posibles con Bastardos Sin Gloria. Va de la tragedia al humor, del humor a la acción, al entretenimiento, a la sátira. Suena incongruente pero funciona. Espionaje, venganza, romance, violencia, drama y comedia van y vienen dejando en pantalla una mezcla divina emociones. Tenemos un héroe y un villano. Arquetipos que en el mundo Tarantino son exagerados a la enésima potencia. Es genial como le saca el jugo a los actores sin convertirlos en unos simples títeres de sus disparatadas ocurrencias.

El descubrimiento más grande de la cinta es Christoph Waltz. Su Coronel Hans Landa hará historia como uno de los villanos más sádicos, maquiavélicos, divertidos y absurdos de la historia cinematográfica. No hay más nada que decir.

De todas las películas de Tarantino, Bastardos sin Gloria es -a mi manera de ver- la más descarada. La película en la que no se eximió de nada, donde se consagró como un bastardo sin comparación. Y en palabras de Hans Landa: ¡That's a Bingo!

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