El hombre que desafía al sistema. El que se atreve a hacer lo que nadie había intentado jamás. El pionero, el que se lo juega todo por su sueño. El que piensa diferente. De ellos hay muchos en el mundo pero hoy hablaremos de Billy Beane, el protagonista de Moneyball.
En 2002 y luego de 11 derrotas, el equipo con la menor nómina en las Grandes Ligas obtuvo un récord de 20 victorias seguidas. Los Atléticos de Oakland y su gerente general, Billy Beane, hicieron historia. Moneyball nos cuenta cómo lograron esta hazaña.
En 2002 y luego de 11 derrotas, el equipo con la menor nómina en las Grandes Ligas obtuvo un récord de 20 victorias seguidas. Los Atléticos de Oakland y su gerente general, Billy Beane, hicieron historia. Moneyball nos cuenta cómo lograron esta hazaña.
Todo empieza con una epifanía: hay que pensar diferente. El esquema tradicional de selección jamás jugará a su favor. Beane sabe que con los salarios que su equipo paga, ninguna estrella se quedará por mucho tiempo en su club. Y si hay algo que Billy detesta es perder, lo detesta tanto que no es capaz de ver un juego en el estadio, ni siquiera escucharlo por la radio. Lo detesta desde que fue una prometedora figura del juego 20 años atrás, y nunca pudo cumplir con la expectativa generada por sus habilidades.
Billy no la
tiene fácil. Pero tiene voluntad. Y ganas de ganar.
Entonces
aparece Peter Brand (Jonah Hill), un economista recién graduado de Yale con la
cabeza llena de números, el corazón lleno de amor por el béisbol y unas ideas
aparentemente descabelladas sobre cómo se deben reclutar los talentos en el
juego. Parte de su magia reside en la relación de Peter y Billy y en la tierna
sinceridad con la que nos infectan de amor por el béisbol.
Y es de esa
manera inesperada, combinando estadísticas, negociaciones, algo de neurosis y
algo de comedia como Moneyball nos engancha, nos fascina y nos conmueve.
Gracias a los talentos combinados de Steve Zaillian y Aaron Sorking en el
guión, a la fabulosa y sutil interpretación de Brad Pitt, a la grata sorpresa
que Jonah Hill nos obsequia, tenemos ante nuestros ojos un juego perfecto que
Bennet Miller dirige con destreza. Realista, humano, dulce y amargo, donde a
veces ganas y a veces pierdes. ¿Cómo no vas a enamorarte del béisbol, después
de haber visto Moneyball?
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